Historia
Baía da Traição
Cuando estamos relajados en alguna de las bellas playas del Municipio de Baía da Traição, a 92 Km de João Pessoa, es interesante pensar en el origen del nombre de esa región histórica del Litoral Norte de Paraíba.
Hay diferentes versiones para su terrible nombre, pero, en todas ellas, el hecho indiscutible es que hubo una gran emboscada por aquí, a comienzos de la ocupación portuguesa.
La explicación más aceptada se refiere a la 1ª expedición exploratoria de 1501, comandada por Gonçalo Coelho junto con el navegador de florencia Américo Vespucio que después describió el sangriento episodio al rey de Portugal, D. Manoel.
En aquel entonces, algunos marineros de la flota de corsarios fueron enviados para hacer contacto, tras gestos amigables de los indios potiguaras. En tierra sucumbieron, sorprendidos y devorados por los antropófagos nativos.
Trampas aparte, la extensión de la Baía da Traição llevaba, en aquel momento, hasta la barra del río Guaju, en la actual frontera con el Rio Grande do Norte, y se convirtió el núcleo comercial de "pau-brasil", traficado por los franceses que, a diferencia de los lusos, no despertaron antipatía local, debido a la relación respetuosa y estrictamente comercial con los nativos.
La extracción de la codiciada madera, valiosa en Europa debido al color rojizo de su cáscara, usada en tejidos, duró casi cien años, hasta que los invasores fueron expulsados de Brasil.
Invasión Holandesa
En 1625, tras un breve periodo de relativa paz, la Baía da Traição volvería a honrar su nombre, al menos, desde el punto de vista luso.
Salían de la escena los franceses y el "pau-brasil". En el siglo XVII, el tema de improbables alianzas entre indios y conquistadores europeos fue protagonizado por los holandeses, por el comercio de azúcar y, una vez más, por los indios potiguaras.
En aquel año, tras ocupar, por sólo 365 días, la ciudad de Salvador, capital de la Capitanía Hereditaria de Bahía, los holandeses fueron rechazados por los portugueses y se refugiaron, con su flota de 26 buques, en la Baía da Traição. Así como los franceses, los holandeses fueron recibidos como aliados de guerra por los notorios potiguaras que los vieron como los liberadores de la opresión impuesta por las fuerzas ibéricas.
Poco tiempo después, aun huyendo, la flota partió para Ámsterdam con la promesa de volver y llevando algunos nativos a bordo, entre ellos, el legendario Pedro Poty.
El plan era alfabetizarlos y educarlos en la doctrina cristiana reformada y volver, cinco años después, con toda la fuerza militar de la Compañía de las Indias Occidentales, usando los potiguaras como líderes, incitantes y traductores de la reforma protestante.
Es importante destacar que antes de las confrontaciones empezadas en 1625, Holanda tenía alianza con los lusos en el Noreste brasileño, donde habían invertido en equipos de procesado de caña de azúcar y cuidaban de una parte del refinado. La sociedad duró hasta 1580, cuando España aprovechó el vacío de poder, en Lisboa, e incorporó el reino portugués (y sus colonias).
Los españoles rompieron el acuerdo acerca de la producción de azúcar, colapsando una relación que ya no era buena, una vez que Holanda, ex colonia de España, lograra su independencia en 1581.