Historia
Los Potiguaras y las Guerras Cristianas
Una de las etnias indígenas que más padecieron con las catequizaciones impuestas por naciones colonizadoras fueron los potiguaras. En el apogeo de la guerra político-religiosa que afectaba Europa, provocada por la reforma protestante y la contrarreforma católica, los nativos brasileños quedaron entre el fuego cruzado de las doctrinas cristianas.
En Paraíba, la evangelización católica empezó, con fuerza, en 1587, cuando las expediciones de la Unión Ibérica pasaron a tener la presencia de religiosos. Al inicio, el trabajo de las misiones era realizado por los jesuitas que predicaban y también intentaban contener la violencia de los colonizadores contra los indios.
Sin embargo, los conquistadores extranjeros y los pioneros, ignoraban los decretos pontificios favorables a los indígenas, emitidos en 1537, en el cual el papa Paulo III prohibía la esclavitud, además de rechazar la creencia de su irracionalidad, declarándoles capaces de recibir la fe cristiana.
La iglesia Cristiana Reformada, a su vez, vino a Brasil bajo la bandera holandesa, en 1630, tiempo en que una gran parte de los potiguaras vio en ellos los libertadores de la opresión por parte de los invasores luso-hispanos.
En la medida que los holandeses avanzaban en el Noreste, se introducían congregaciones reformadas.
Las acciones empezaban sobre el trabajo realizado anteriormente por las órdenes religiosas de los jesuitas, franciscanos y carmelitas que ya habían enseñado algunas oraciones, la confesión apostólica, además de haber realizados bautizados.
En 1638, los propios indios potiguaras, en Paraíba, que llegaban a expulsar sacerdotes de sus núcleos, pidieron un pastor en las aldeas. Los elegidos fueron David à Doreslaer y Johannes Eduardus que, además de ampliar el trabajo misionero, se dedicaron al ambicioso proyecto de instituir el catecismo en "tupi".
El pastor Eduardus tradujo trozos de la bíblica y David organizó el libro “Uma Instrução Simples e Breve da Palavra de Deus”, escrito en las lenguas brasiliana, holandesa y portuguesa.
La obra, que tenía notas y formularios para bautismo y Santa Cena, fue imprimida en Holanda y distribuida en Brasil por la Compañía de las Indias Occidentales, en 1641.
A comienzos del movimiento de la Insurrección Pernambucana, en 1645, que culminó con la expulsión de los holandeses, diez años después, una serie de cambios de cartas entre líderes potiguaras se volvió el símbolo de la guerra de propaganda religiosa que apartó su pueblo.
Del lado católico-portugués (la guerra de restauración ya había apartado Portugal de España), el Capitán Antonio Felipe Camarão y el Sargento Mayor Diogo Pinheiro Camarão. De otro lado, el Regidor y Comandante del Regimiento de indios en Paraíba, Pedro Poty y el Regidor de Indios de Rio Grande do Norte, Antnio Paraupaba, aliados de la Compañía de las Indias Occidentales.
Los mensajes, escritos en tupi, buscaban convencer a los oponentes de cambiar de lado y entregarse.
La primera carta, destinada a Pedro Poty, fue enviada en 22 de octubre, por su primo, Diogo Pinheiro Camarão:
“Sois un buen pariente. Id de ese lugar, que es como el fuego del infierno. ¿No sabéis que sois cristiano? ¿Por qué vos queréis pervertir? ¿Por qué vos queréis pervertir? Si los portugueses han tenido éxito en la guerra es porque, son cristianos, el Señor Dios no permite que huyan o se pierdan, por ello, deseamos mucho que vosotros paséis a nosotros, y eso garantizado por la palabra del gran capitán Antônio Philipe Camarão y de todos los capitanes de los portugueses”
En 31 de octubre, día de la Reforma Protestante, el articulado Pedro Poty, lleno de convicción, contesta:
“No creáis que seamos ciegos y que no podamos reconocer las ventajas que gozamos con los holandeses, entre los cuales fui educado. Jamás se escuchó decir que hayan esclavizado algún indio o que haya asesinado o maltratado uno de los nuestros. Ellos nos llaman y viven con nosotros como hermanos. En todo el país se encuentran los nuestros, esclavizados por los perversos portugueses, y muchos todavía lo estarían, si yo no os hubiera liberado. Los ultrajes no han hecho, más que a los negros, y la matanza de nuestra raza, ejecutada por ellos en la Baía da Traição, aún están muy recientes en nuestra memoria. Abandonad, por tanto, primo Camarão, esos perversos”
Ambos primos mueriron antes del fin de la llamada Guerra de la luz Divina, conocida también por Insurrección Pernambucana. Camarão falleció en 1648, tras de primera batalla de Guararapes, y Poti, en el año siguiente, fue encarcelado en el Cabo de Santo Agostinho, en la segunda batalla de Guararapes, donde fue encarcelado.
En 1652, el héroe potiguara murió en un buque portugués que lo llevaba para ser juzgado por el Tribunal de la Santa Inquisición, en Lisboa.