Territorio potiguara


El mayor patrimonio de los pueblos indígenas son las tierras en que vivieron sus ancestrales. Sin ellas, pierden más que un pedazo de tierra. Pierden su propia identidad.

Los indios potiguaras saben muy bien de donde vinieron y a donde desean ir. Luchan por la recuperación de sus propiedades hace más de quinientos años.

“Anama potigûara auîeramanhe o-s-ekobé-ne o tuibaepagûama yby-pe, gûi-xóbo memé, o-pytá-ne maramonhanga saynha popyatãbara bé tym-a oré pyá nhyã abé, ambite oré poromonhangaba resé.”

El pueblo potiguara siempre vivirá en la tierra de sus ancestrales, aun partiendo; quedará la semilla de la lucha y resistencia plantada en nuestras mentes y corazones, para el futuro de nuestras generaciones.

Autor: Prof. Josafá Freire

Aldea del Mato

Denominada por los indios potiguares de Akaîutebiró, que significa "anacardo esteril" (akaîu, anacardo + tebiró, esteril o acre), referencia a los anacardos nativos de la región, Baía da Traição, nombre dado por los colonizadores portugueses a la bahía que, en aquel entonces, llegaba hasta la barra del río Guaju, en la actual frontera con el Rio Grande do Norte. Se volvió el epicentro comercial de "pau-brasil", traficado por los franceses que, a diferencia de los lusos, no despertaron antipatía local, debido a la relación respetuosa y estrictamente comercial con los nativos.

Los franceses, con el objetivo de explotar el "pau-brasil", fundaron un puesto comercial en Baía da Traição, que funcionó como punto de convergencia de toda madera derribada en aquella región. Para su defensa, erigieron un fortín. Esas edificaciones fueron destruidas por Martim Leitão, en la época de la conquista portuguesa.

Las raíces de la resistencia, que vinieron desde el pasado, son presentes todavía en la personalidad colectiva de su población, orgullosa de ser la única etnía en la confrontación con potencias colonizadoras y mantenerse en el mismo lugar de origen. Y no se trata de cualquier lugar.

La reserva de los Potiguara se ubica en una de las regiones más bellas del Noreste brasileño. Son 14 Km de playas desiertas, Acantilados, bosques de “tabuleiro”, manglares, ríos y lagunas de aguas cristalinas.

Sus dominios forman parte de la restringida e privilegiada lista de demarcaciones de tierras indígenas ubicadas en la costa del país. Ocupan un espacio de 33.757 hectáreas, distribuidos en tres áreas contiguas, en los municipios de Baía da Traição, Tio Tinto y Marcação. Las 32 aldeas albergan, actualmente. cerca de 20.000 individuos, número que ha crecido, pero que ya llegó a alcanzar sólo 10.000, en 2004.

La búsqueda por la supervivencia y el reconocimiento de sus posesiones, lo que sigue todavía, fue y aún se sufre. Ocurrieron, a coste de persecuciones, masacres y de un peculiar proceso polarizado de evangelización donde, de un lado, figuraban los portugueses católicos y, de otro, los holandeses protestantes.

Los Potiguara (término "tupi" que significa comedores de camarones) forman parte de la familia lingüística Tupi Guarani y habitaban toda costa de Paraíba, Rio Grande do Norte, Ceará y Maranhão. Se estima que su población llegaba a cien mil personas, hasta la aparición de los portugueses, en 1500. En el comienzo, los conflictos eran raros; pero, con el tiempo, los indígenas sintieron el usufructo de sus tierras amenazado y reaccionaron con fuerza.

Se empezaba la leyenda de una de las culturas indígenas más valientes de Brasil.

A lo largo de los siglos XVI y XVII, los nativos resistieron al proyecto de colonización luso. Se aliaron, primero a los franceses y después a los holandeses. Cuando estos fueron expulsados de Brasil, en 1654, la represalia vino muy rápido y una gran parte de su población desapareció del mapa, pese a la Ley Real de 1548, determinando que se deberían tratar bien a los indios.

La leyes de protección y reconocimiento seguían siendo escritas, como la Carta de 23 de noviembre de 1700, que establecía una legua de tierra para cada aldea de 100 parejas, lo que después, se confirmó por la Ley de Tierras de 1850 y de la Ley de 1860, que aseguraban las tierras de los indios aldeados.

En la práctica, los indios estaban abandonados a su propia suerte, pero de mantuvieron, con alguna tranquilidad, en el litoral norte de Paraíba, entre los ríos Camaratuba y Mamanguape.

Al comienzo del siglo XX, cuando vivieron relativamente estabilizados en sus tierras, aunque sin la homologación de las demarcaciones, el territorio potiguara fue, una vez más, usurpado por invasores.

Primero, con la construcción de la Companhia de Tecidos Rio Tinto, de la familia de inmigrantes suecos Lundgren (ver sección Los Invasores del Siglo XX), ubicada en las orillas del Rio Mamanguape, donde ocurren grandes deforestaciones.

En la década de los setenta, la caña de azúcar, protagonista en el siglo XVII, volvería a la escena, de aquella vez, como monocultivo de las usinas de alcohol, invadiendo y rodeando de cañaverales las limitadas tierras de los nativos. Los potiguaras, entonces, hicieron cumplir su espíritu guerrero del pasado y fueron a la lucha por sus derechos. Las armas, de esa vez, serían la base de argumentos y convicciones. Se organizaron y buscaron reconocimiento.

En 1991, finalmente, la primera demarcación de la Tierra Indígena Potiguara fue concluida, se ha delimitado un territorio de 21.238 hectáreas. Tras dos años, la TI Jacaré de São Domingos fue homologada, con 5.032 ha.

Sin embargo, la lucha por justicia se mantiene. La TI Potiguara de Monte-Mor, con 7.487, que pretende recuperar las áreas tomadas por la industria textil y por algunas usinas de azúcar, aún necesita ser homologada.

Cerca de la barra del río Guaju, en la Vila do Sagi, en el Rio Grande do Norte, la aldea Trabanda, donde viven 103 familias, no ha tenido siquiera sus 75 hectareas de tierras demarcados. El núcleo representa el último remanente de los indios potiguaras en el Estado, donde, quien allí nace, se le llama potiguar.

ALDEA DE LOS POTIGUARAS EN EL SAGI - RN

El Estado de Rio Grande do Norte fue uno de los últimos a asumir la existencia de los pueblos indígenas en su territorio. En el municipio de Baía Formosa, Litoral Sur del Estado, se ubica la comunidad indígena Sagi-Trabanda, autodeclarados Potiguara.

La comunidad, con cerca de 350 personas, ocupa la región hace más de un siglo, pero, sin embargo, no tienen sus tierras demarcadas, aunque ya lo hayan peticionado a la Fundação Nacional do Índio (FUNAI). Debido a ello, ha sufriendo, desde 2007, amenazas a su territorio, por parte de una empresa del sector inmobiliario, que también reclama la posesión de la tierra.

Además de eso, la construcción de un puente, proyecto en conjunto entre Municipio y Estado, arruinó el manglar y acabó con la pesca de cangrejo, fundamental a la alimentación y a la generación de renta de la comunidad, que no tienen atención médica o educación indígena diferenciados, siendo esta una reivindicación importante junto a los órganos competentes, además de la demarcación y de la tenencia de su territorio.

A história oficial acerca da presença indígena no Nordeste brasileiro, como um todo, e no Rio Grande do Norte, especificamente, tem graves lacunas de estudos acadêmicos. No entanto, de acordo com pesquisa desenvolvida pela Universidade Federal do Rio Grande do Norte (UFRN), por meio do Programa Motyrum de Educação Popular em Direitos Humanos, na publicação de Macedo et al, há indícios de forte presença indígena no Estado, que pode, inclusive, ser percebida pelos dados censitários. Nos censos de 1940 e 1980, segundo os autores, os “pardos” representavam 43% e 46% da população total, respectivamente. Ao longo dos anos, boa parte da cultura indígena desses povos foi sendo omitida e sua identidade substituída.

Sin embargo, los autores afirman que esos grupos, cuyas identidades fueron suprimidas, recién se han reorganizado, reclamando legítimamente su identidad indígena. El Rio Grande do Norte fue uno de los últimos estados brasileños a tener sus poblaciones oficialmente registradas por la Fundação Nacional do Índio (FUNAI), siendo, actualmente, cinco comunidades: “Sagi-Trabanda; Eleotérios do Katu; Mendonças do Amarelão; Tapará; e Caboclos do Açu”.

Sin embargo, siguen siendo reconocidas por el órgano oficial, esas comunidades “sufren con diversas violaciones a sus derechos básicos y no tienen garantía de efectuación de sus derechos específicos [...] y buscan sumar fuerzas articulándose, unas con otras, buscando reorganizaciones, reestructuraciones culturales, sociales y políticas”.

En ese escenario, se ubican los indígenas autodeclarados de la Etnia Potiguara de la comunidad Sagi-Trabanda, en el Municipio de Baía Formosa, Litoral Sur del Rio Grande do Norte, distante cerca de 100 Km de la capital, Natal. La comunidad está ubicada en las orillas del Rio Cabaçu y de las playas de Sagi y Trabanda, un área de Bosque Atlántico y manglar, con muchos ríos, lagunas y sendas. En ese local, según el Informe de la II Assembleia Indigena do Rio Grande do Norte, viven cerca de 350 personas que componen la comunidad y que son descendientes de los indios Potiguara. Viven, sobre todo, del cultivo de la papa, yuca y maíz y de la pesca artesanal, en el área del manglar.

Segundo o cacique da aldeia, Manoel Leôncio, que falou à reportagem de O Jornal Hoje, em Sagi-Trabanda “todo mundo é descendente de índio. Pelo menos uns 90%. Mas muitos não assumem isso, por puro preconceito”.

El área, actualmente conocida por Fazenda Sagi, es ocupada por los indígenas hace más de 100 años. Hecho comprobado por la existencia de un cementerio de sus antepasados, con registros de enterramientos fechados desde 1908, conforme Petición de Representación del abogado de la comunidad, presentada a la Procuradoria da República en Rio Grande do Norte.

El Sr. José Amaro, indígena habitante de la comunidad, enseñó sobre el cementerio al reportaje del G1, que estuvo en la aldea donde están enterrados sus hermanos, siendo que uno de ellos nació en 1911. Para el descendiente, “es la prueba de que habitan la región hace aproximadamente un siglo”.

En cuanto a la antigua ocupación, el jefe de la aldea afirma que el pasado de su familia comprueba la longevidad de la comunidad: “Mi bisabuela, por ejemplo, murió con 105 años y siempre vivió aquí. Y, antes de ella, había indio también”.

La etnia potiguara es reconocida por la Fundação Nacional do Índio (FUNAI). Sin embargo, ese grupo, que vive en la Baía Formosa, todavía no posee, oficialmente, la tierra indígena. (TI). Debido a ese hecho, la comunidad ha sufrido amenazas al mantenimiento del territorio, tradicionalmente, ocupado por ellos.

Pese a que la FUNAI todavía no ha reconocido, oficialmente, las tierras Potiguara, en la Baía Formosa, en su página de internet, donde presenta la estructura de la Coordenadoria Regional (CR) Nordeste II y sus funciones, se encuentra la información de que esa CR fue constituida en 2011, con la intensión de atender a diferentes etnias, siendo 14 pueblos en Ceará; un pueblo en Piauí; dos pueblos en Paraíba, uno de ellos de los Potiguara (en Baía da Traição) y, por fin, "un pueblo en Rio Grande do Norte: Potiguara (en Assú, João Câmara, Baía Formosa y Goianinha)”.

Ubicada en el litoral sur del Rio Grande do Norte, la aldea Sagi-Trabanda es objeto de especulación inmobiliaria que tiene interés de construir un Ecoresort en la región. Los conflictos con empresarios locales empiezan en el año de 2007.

A lo largo del proceso, la movilización indígena en el Estado ha crecido y ganado reconocimiento de los órganos oficiales. Entre 11 y 14 de diciembre de 2009, FUNAI realizó, en Natal, la I Asamblea Indígena del Rio Grande do Norte. La comunidad Sagi Trabanda participó con ocho delegados: Osmar Jerônimo, el Jefe Manoel Leôncio do Nascimento, Antônio Nascimento Filho, Gilvan dos Santos, Cacilda Maria Pessoa Jerônimo, Temistóclis Inacio da Silva, José Carlos Leôncio do Nascimento y UIlton do Nascimento.

Debido a esa Asamblea, FUNAI y otras instituciones formularon informes en que contiene, según la Representación, “la urgencia en la demanda para la demarcación territorial”. Con ello, queda evidente que la comunidad, desde al menos 2009, reclamaba el reconocimiento y la demarcación de sus tierras.

Aún durante la asamblea, se han elegido representantes del Estado para componer la Coordenação da Articulação dos Povos Indígenas do Nordeste, Minas Gerais e Espírito Santo (APOINME): Tayse Michelle Campos da Silva (titular), Potiguara dos Mendonças do Amarelão, ubicada en el Municipio de João Câmara; y el Potiguara de Sagi-Trabanda, Osmar Jerônimo, como sustituto.

Fuente: Fundação Oswaldo Cruz - FIOCRUZ

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